sábado, 13 de junio de 2009

MI CORAZÓN ES DE HUMO


Mi corazón es de humo
como todos mis huesos;
es de humo el espanto y el cuchillo,
como de humo es la piedra y el relincho.

El humo se me escapa de los dedos
como el agua y el tiempo.

La vida toda,
la costilla asesina
y sus poderes,
son de un humo completo y tenebroso.

La tiniebla es de humo,
la corona del jefe
-tan atada a su cetro-
el flash y su locura,
toda su fama entera
con su cuenta bancaria,
son de humo, sólo humo,
desvanecido humo que se evade.

El látigo, la tortura,
el que acumula en su arca,
el despojado,
los dos enamorados son de humo

-nuestro paso es de humo pasajero-

Nada se ata a los costados, nada,
todo se mueve todo
en nebulosa.

La forma es una nube
bailando en el cuadrante.

El segundo no espera
ni se esconde,
el segundo es un potro hacia adelante,
ineluctablemente
hacia adelante.

Es que no hay retroceso en la humareda,

El muerto de la esquina
no vuelve al desayuno ni a la cama,
ni la mesa hacia el árbol,
ni la pluma hacia el pájaro.

El poeta y su verso son de humo,
las cárceles odiosas,
el huérfano y el viejo,
ese pan amasado
es de humo y nos huele,
y nos duele la sangre que aun nos late.


El dolor es de humo
como la risa cómplice.

Este poema que me nace en el pecho
es de humo también como mi pecho,

como el agobio y el absurdo,
como el día que toca y sus hechizos,
como el sello del juez
y el formulario hosco,
como el aquí y ahora
que pretenden guardar.

Vos y yo,
tu cintura y mi brazo,
el vientre con el hijo,
todo es humo difuso.

La valija es de humo y el camino.

Del humo vengo
y al humo voy,
pasando por el humo.

La manzana es de humo
y la serpiente.

La boca perseguida para el beso
es de humo,
los dientes y la lengua.

La memoria es de humo,
como el olvido mismo.

Pero el gesto y el humo
siguen siendo la senda.

LUCIANO ORTEGA

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