sábado, 13 de junio de 2009

GUERRA ANÓNIMA


Hay una guerra anónima conmigo,
sin tanques ni misiles,
sin guardias aparentes coartando mi saliva.

No hay alambres visibles,
ni cables, ni cadenas,
ni desaparecidos,
ni gendarmes pidiendo pasaporte.

Sin embargo la guerra ha comenzado
-no ahora exactamente-
hace un tiempo a esta parte que lo noto,
que percibo el despojo solapado,
la derrota inminente,
el desmoronamiento de mi trinchera interna;
mas todo está aceitado como si nada sucediera.

Simplemente no hay camino en mis pies,
me han roto los espejos
y bloqueado los puentes.

Sólo el piso me falta,
sólo eso,
el punto en que me apoyo,
los abrigos.

el otro me han quitado
-el otro en complemento-

Me han saqueado el micrófono y el patio,
la tabla de la escena,
el rincón de mi grito en remolino,
el aula y el discípulo,

y casi logran matarme adentro mío.

Pero aun yo resisto en mi quimera
y sigo relinchando entre mis sueños,
en la vigilia silbo y mis atajos,
sin público y conmigo,
pariendo entre las rocas y el cemento.

Estoy en guerra
y sin embargo bailo.

Esta batalla mía
-sin aliado aparente-
está rodeada de aislamiento aislado;
pero sospecho,
en la médula misma de la contienda,
que aunque todos nos comamos entre todos,
esto que está pasando aquí conmigo,
le pasa a mi vecino y mi pariente.

Y ante estos sucesos se me ocurre
tan sólo deshilvanar un canto
e hilvanarme en la risa codo a codo.

Sin descuidarme, claro;
estamos,
estoy en guerra,
una batalla atroz
que pareciera agarrárselas conmigo.

Pero a mi no me engañan;
la cosa es con nosotros.

LUCIANAO ORTEGA

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