sábado, 13 de junio de 2009

EL MUNDO

El mundo es una teta ancha,
es un palo seco en el pescuezo,
son dos alas quebradas,
es un fusil que apunta,
es una cruz y algunas puntas
-también es un regazo suelto-

Lo habitan
innumerables dioses,
o tres, o uno,
o ninguno.

Demasiados templos
y poco abrigo.

Cada vez más el mundo
se parece a un shopping,
pero aun hoy es la orilla,
el patio y la gramilla.

Es la raíz y es lo que abraza,
está hecho de olvidos y recuerdos,
de inmensas injusticias,
de partos que pretenden
y de entrar por el aro,
de carne de cañón
y muchas guerras.

El mundo es una gran frontera;
está lleno de banderas
-es también una quimera-

No sólo es de pan,
pero es la espiga.
Es una torta que se reparte poco;
es de unos pocos aunque sea de todos.

Es el universo
al derecho y al reverso,
por detrás y por debajo.

No es sólo una oficina,
ni sólo un formulario,
ni sólo es el horario,
ni el tren que llega a punto.

No sólo es la pantalla,
ni sólo es de neón.

El mundo es también
del tiempo de mi abuela.
Es tan atorrante como cualquier linyera.
El mundo es de arpillera,
de plástico y cristal.
El mundo es de latón,
también es la canción,
es de madera y sangre,
tiene venas y arterias.
El mundo anda en las ferias
y está en los hospitales.
El mundo va a la escuela
y a veces se mutila.

El mundo
también yira en las esquinas.

El mundo se arregla en un café,
en las veredas y el taller.
Al mundo le falta un tornillo
y no tiene fondo, igualito que un anillo.

El mundo es un gol de media cancha,
el mundo está en off side.
El mundo es la tribuna,
el podio, los pasillos;
el mundo es un pocillo,
un punto, el infinito.

El mundo está en el norte,
pero es también del sur.

Es de hormigón armado
y está armado hasta los dientes;
es de viento y de fuego,
es de hierro y de seda,
es de greda y de riesgos,
es de hollejo y acrílico,
es de cuarzo y fermenta,
es un vientre gigante,
es húmedo y difuso
-apenas es de humo y misterios-

El mundo tiene hambre
y algunos hacen dieta.

-no sólo es una gran moneda-

El mundo late y rueda
y se cuestiona
-puede morirse el mundo,
aunque parezca eterno-
Tiene sed de cariño
-el mundo se agota gota a gota-

El mundo se renueva,
se equivoca,
juega y ríe, llora y muerde.
El mundo es la comida
de los unos a los otros.
El mundo es de neuronas,
de nervio y de neurosis,
de virus y vacunas.

El mundo ronda, lucha, sueña;
se acuna en el parto cotidiano
reanudando su silbo,
su llanto y la porfía.
Gira que gira y gira
en su constante noria
de nacer y morirse,
de morirse y nacer.
Y a pesar de la bala y de la herida
el mundo cicatriza día a día,
bufa, patalea, se resiste
e intenta su fuga de planeta.

Suele ser un ciruja,
carga brujas y ensueños,
poetas y demonios,
a un ángel desahuciado,
gitanos, bandoneones,
y un poro al infinito.

El mundo es un desastre,
pero es nuestro y somos parte;
mejor dicho, somos el mundo.

Yo soy tu mundo y vos el mío.
Los hijos que nos nacen
son seres de este mundo
y todo lo que nos pasa
ya no es del otro mundo.
Nada es inmundo,
y al ir a lo profundo
todo es lo mismo.

El mundo es un abismo,
una loma,
es la mar.

El mundo es de los hombres
-también de las mujeres,
del gato y la cornisa-

Corre que corre y corre
en su tajante prisa,
trastabilla, se pisa,
a veces se detiene
a mirarse al espejo
-sin embargo se mueve-

Juguemos nuestro mundo
festejando la risa,
el baile, la baraja.

Y ante el choque presente
de un sálvese quien pueda;
tiremos por la borda
la culpa, el sufrimiento,
el aspaviento eterno
de ser el sacrificio,
el intersticio
y hasta los intestinos;
hagamos un destino
de humanos y planeta;
asumamos la teta,
el pan, el lecho.

Y que a lo hecho,
pecho.

LUCIANO ORTEGA

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