jueves, 18 de junio de 2009

DE PAN Y SILBO


Era triste el poeta en su porfía,
el pan no compartido le dolía

-el amasado pan mañana tras mañana-.

El tenía en la mesa un pan completo
y la impotencia
de un hambre planetario
y absurdo.

Pero un día comprendió su poderío:
transformar su propio pan en silbo.

LUCIANO ORTEGA

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